La caída de la capital del Imperio Bizantino, Constantinopla, en manos de los turcos en 1453 supuso
el fin de la Edad Media y el nacimiento de una nueva era: el
Renacimiento.
Gran parte de los habitantes de Constantinopla huyeron en esta época a Italia, llevando consigo la cultura griega clásica que con ellos había sobrevivido desde hacía 1.000 años. Esta reincorporación del mundo helénico a la Europa Occidental, de su
lengua y, sobre todo, de una de sus características: el concepto de
individualismo, trajo consigo importantísimas consecuencias. La primera
de ellas fue la aparición de la conciencia del propio yo, que conllevó
la rebelión del individuo contra la autoridad, las dudas ante todo
aquello que se tenía por cierto pero que nunca había sido demostrado que
lo fuese.
El Renacimiento (el regreso del mundo clásico griego nació en Italia)
pasó a Alemania y se extendió luego a todo el mundo cristiano europeo.
En el siglo XV, el alemán J. Gutenberg grabó por separado las letras
del alfabeto para combinarlas formando palabras, de manera que podían
ser utilizadas repetidamente en la composición de nuevos textos, es
decir, inventó la imprenta. Esta innovación abrió a la gente el mundo de la cultura. Por este sistema pronto
se editaron libros de temas médicos-farmacéuticos: obras de Mesué,
Nicolas, Dioscórides (de cuyas obras apareció en el XV primero una
edición en griego y después otra en latín), la "Materia Médica" de
Platerius, obras de Arnaldo, etc. En 1475 apareció la primera obra médica
editada en España: "Epidemia y peste" de Velasco de Taranta.
Al mismo tiempo, se produjo el perfeccionamiento en la obtención de vidrio lo
que supuso la posibilidad de construir lentes mucho más potentes; por
primera vez, el firmamento pudo ser observado con mayor profundidad; paralelamente, se tradujeron correctamente las
obras de Ptolomeo. En esta época se comprobó por primera vez la redondez
de la tierra. El conocimiento de las estrellas, por otro lado, trajo consigo la mejora en los
sistemas de navegación marítima. El siglo XV estuvo lleno de
descubrimientos geográficos, cuya culminación fue el encuentro entre Europa y América en 1492.
Cabe destacar también que el hombre de ciencia del siglo XV tomó conciencia de su derecho a
pensar por sí mismo, y a elaborar sus propias teorías basándose en
aquello que él había experimentado libremente. Por fin, pudieron
aparecer opiniones científicas individuales.
El principal autor de la revolución médico-farmacéutica renacentista fue Paracelso, conocido por establecer el rol de la química en la medicina, así como por grandes descubrimientos médicos como las descripciones clínicas de la sífilis, la silicosis (llamada "enfermedad de los mineros") y las paperas, y el descubrimiento de remedios para numerosas enfermedades, algunos basados en el mercurio o el láudano. Es considerado también como el precursor de la homeopatía moderna. El nombre Paracelso (Paracelsus, en latín), que escogió para sí mismo, significa "semejante a Celso", un médico romano del siglo I.