2. Paracelso: Biografía

Paracelso, cuyo nombre real era Theophrastus Philippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, nació hacia 1493 en Einsiedeln, Suiza. Hijo de médico rural, su padre le llevó a ver enfermos con él desde que era un niño, a la vez que fue su primer maestro enseñándole botánica y medicina. Más adelante recibió una educación humanística en centros religiosos; estudió latín, filosofía, y sobre todo religión, cuya práctica no abandonó nunca. Siendo aún un niño, su familia se trasladó a vivir a Villach (Austria) y allí observó la forma de trabajar en las minas de hierro y aprendió los principios de la metalurgia y de la química; después aumentó estos conocimientos en las minas de plata que poseía Fugger en el Tirol.
 
Estudió medicina en varias universidades italianas, donde se dio cuenta de la diferencia existente entre un aprendizaje basado en la práctica -el primero que tuvo él cuando visitaba enfermos con su padre- , y el teórico que impartían en la facultad y que en el fondo no le interesó nada. Se doctoró en Medicina en la Universidad de Ferrara.

 
Entonces decidió aprender "verdadera medicina" viajando por Europa y, probablemente, por Oriente Medio, conviviendo en estos viajes con toda clase de gentes y observando su forma de vida, sus enfermedades, sus tratamientos y su evolución frente a éstos. Durante sus viajes se puso en contacto con las gentes que practicaban lo que para él era la verdadera medicina: los médicos del pueblo, los cirujanos barberos y los curanderos. Ellos fueron sus verdaderos maestros, aunque él consideró que el mejor Maestro posible era la Naturaleza.
Como médico, preparaba él mismo sus medicamentos; toda su vida se rodeó de gente sencilla, vistió como ella, habló como ella y olió como ella. Es decir, hizo lo contrario que los médicos de su época. Sin embargo, entre el pueblo, que le achacaba curaciones casi milagrosas, su fama fue enorme. Esta magnífica reputación le siguió toda su vida.
 
Hacia 1526 se instaló en Estrasburgo. Allí vivía cuando fue llamado para tratar de una grave dolencia al humanista J. Foebenius, un hombre rico e influyente, el editor más famoso de Basilea. Foebenius, que era amigo personal de Erasmo, había sido desahuciado por sus médicos, que querían cortarle una pierna. Paracelso, gritando improperios contra estos médicos, le curó sin tener que llegar a esos drásticos extremos. En agradecimiento, este hombre le ayudó consiguiendo para él una plaza de médico municipal y una cátedra en la Facultad de Medicina de Basilea (1527). Sin embargo, este nombramiento resultó muy conflictivo para Paracelso, pues se hizo con el apoyo de los reformadores eclesiásticos, pero sin la aprobación de las autoridades académicas, quienes desde el primer momento estuvieron en su contra.
Sus clases se hicieron famosas: las impartía en alemán y no en latín, en la plaza de la ciudad y en ellas admitía a todo tipo de estudiantes, incluidos cirujanos barberos. Daba sus clases de una manera desordenada y sin citar nunca autores clásicos, por los que sentía auténtica aversión. A sus alumnos les advierte que él "[…] no sigue a los clásicos; solo cree en lo que ha descubierto con sus propias fuerzas y ha comprobado con la práctica y la experiencia […]”. El día de San Juan de 1527 hizo un auto público de fe y arrojó a la hoguera los textos médicos clásicos (incluido el Canon de Avicena) que entonces eran considerados imprescindibles para el ejercicio de la medicina. Esta manera de enfrentarse a las normas establecidas le trajo numerosos problemas.
 
Públicamente sus colegas le llamaron "el Lutero de la Medicina". El les respondió diciéndoles que las suelas de sus zapatos y el polvo de su cogote tenían más ciencia que todos ellos juntos. Completamente indignados por sus métodos, sus colegas presionaron sobre las autoridades para que Paracelso fuera expulsado de la Universidad. Incluso rehusaron dar el título de doctor en medicina a sus alumnos.
 
Toda esta oposición frontal de sus colegas no pudo con él, que apoyado por los ciudadanos de Basilea siguió impartiendo sus clases en alemán y admitiendo en ellas a quien quería. Hasta que en 1528 curó a un clérigo aquejado de gota, y cuando quiso cobrar sus honorarios, éste se negó a pagárselos. Paracelso recurrió a los Tribunales reclamando la deuda, pero perdió el pleito. Entonces, sintiéndose injustamente tratado por la Ley, se enfrento a los jueces, empleando contra ellos un lenguaje un tanto grosero. Esta vez fueron las autoridades judiciales las que se pusieron en su contra.
 
Paracelso, para evitar ir a prisión, huyó de Basilea, estableciéndose en Nuremberg, Baratzhausen y San GaIl En estos lugares ejerció la medicina sencillamente, siguió dictando sus clases en posadas o en tabernas, donde las escuchan gentes de todas clases sociales, a la vez que escribió sus obras. Y bebió mucho.
 
En la última etapa de su vida se hizo predicador laico y viajó por el Tirol, Baviera y Bohemia, falleciendo en 1541 en el hospital de Salzburgo, debido a un cáncer de hígado.