6. Paracelso y la alquimia

Paracelso, al considerar que el origen de la enfermedad era químico, buscó en la alquimia los medios para combatirla. Nació así el concepto de Arcano: ente inmortal existente en todo lo que cura, es decir algo inmaterial que tiene en sí poder de generar, transformar, cambiar y renovar los cuerpos, produciendo o protegiéndolos de la enfermedad y así influyendo directamente sobre la vida. Para Paracelso el mundo estaba lleno de arcanos que Dios, Sumo Boticario, había creado y puesto en él, para que el hombre los buscara y los estudiara hasta ser capaz de conocerlos y aplicarlos. 
 
Buscó también el "remedio específico" de cada enfermedad -que él estaba seguro de que existía en la Naturaleza- y usando sus conocimientos químicos adquiridos en las minas, se dedicó afanosamente a descubrirlo. Para ello trató químicamente drogas y minerales, e incluso modificó los medicamentos ya conocidos desde la antigüedad, y así extrajo sus quintaesencias, con las que preparó extractos y tinturas, base de todos sus medicamentos.

Estos "productos químicos", obtenidos a fuerza de mezclar y separar, a menudo con la ayuda del fuego pero sin que apenas existieran reacciones químicas tal como hoy las conocemos, eran considerados por él los auténticos principios activos separados de sus impurezas. 
Los logros más destacados de su actividad alquímica fueron:
  • Fue el primero que obtuvo el láudano a partir del opio, y así lo llamó.
  • Empleó el alcohol para obtener las quintaesencias.
  • Usó muchísimo el mercurio, bien como metal, bien como sal.
  • Usó el sulfato básico de Hg., después llamado "Turbit Mineral", contra la sífilis, en lugar de usar el guayaco, como prescribían los demás médicos. Obtuvo el sublimado corrosivo de Hg. y el calomel: cloruro de mercurio.
  • Obtuvo y usó el antimonio y al oxícloruro de antimonio le llamó "mercurius vitea".
  • Mencionó el Zinc, al que llamó el metal bastardo. También conoció el uso del plomo, del arsénico, del hierro, del cobre, del cobalto y del bismuto.
  • Inventó preparados como el "elixir de la propiedad", el "específico anodino" y el "espíritu vitrioli antiepilectidis" o Licor de Hoffman que junto al láudano han pasado a la posteridad. 
También combatió a los farmacéuticos, a los que dijo que si a él le trataban como a un enemigo era porque no llenaba sus bolsas, al no prescribir nunca a sus enfermos sus carisimas preparaciones. Les acusó de fraude, al sustituir en sus preparaciones los componentes mas caros por otros mas baratos, pero cobrando siempre los mas caros y pidió continuamente inspecciones efectivas de las boticas.